jueves, 29 de abril de 2010

Extrañamiento

Yacía boca abajo dejando que la lluvia mojara su cuello. Las gotas chorreaban incesantemente por su nariz, a lo mejor iban mezclándose con las lágrimas que se perdían entre los charcos de la oscura calle que de cuando en cuando se iluminaban al pasar rápidamente los atrasados automóviles.
-Ya no queda nada. Me iré y no volverás a verme.
-Nada te detiene aquí, puedes irte. No te extrañaré.
Palabras huecas que ahondaron las heridas que no cicatrizaron nunca.
-Lo harás y llorarás por mí.
Un rayo luminoso alumbró por un segundo la noche tormentosa. El cuerpo sin vida del amante olvidado se mojaba entre lágrimas y lluvia sin que nadie se percatara de él...

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