-Ya no queda nada. Me iré y no volverás a verme.
-Nada te detiene aquí, puedes irte. No te extrañaré.
Palabras huecas que ahondaron las heridas que no cicatrizaron nunca.
-Lo harás y llorarás por mí.
Un rayo luminoso alumbró por un segundo la noche tormentosa. El cuerpo sin vida del amante olvidado se mojaba entre lágrimas y lluvia sin que nadie se percatara de él...
No hay comentarios:
Publicar un comentario