miércoles, 28 de abril de 2010

Hermes, el vil navegante

No es raro, siempre me preguntan por el hermenauta azul...
Hermes, aquel ladronzuelo vil, que a discreción de unos pocos llegó de manera arribista a ocupar uno de los doce tronos del Olimpo, en realidad se lo ganó por su astucia, sagacidad e inteligencia al tomar en sus manos la complicada labor de servir como puente comunicacional entre los dioses y los mortales.
El de los pies alados y el caduceo áureo rara vez permanecía en el trono marmóreo de sus tíos, hermanos, padres y abuelos; gustaba más del firmamento azul, del corre ve y dile, del juego astuto de palabras, de la protección a los rudos mortales y de la diversión sin límites junto a su protegido hermano, el dios civilizador y festivo del panteón griego, el amado y dos veces nacido Dionisio.
No es casualidad entonces, que simbólicamente estos rudos mortales nos reunamos para rendirle honor a una deidad tan humana como Hermes, el dios de la confusión.
Ahora podemos navegar junto a él para practicar los divinos ocios aqueos que nos mantienen vivos en este mundo sin sentido de la información y la descomunicación...
De esta forma, salud a todos y sigamos hermenauteando...

1 comentario:

  1. Confusión: disminución de la actividad de la consciencia; por ende, lo que hacemos, o intentamos hacer es promover a que el variable inconsciente haga de las suyas en nuestras acciones. Bueno o no? Lo tenemos, y lo vivimos a diario. Hermes, desde que el conocimiento hizo a él parte de mi, lo entiendo como otro de los llevados por el otro lado de las cosas. Por el racional irraciocinio.

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